“Padre, sé que te he fallado y que tengo mucho tiempo que ni siquiera te escucho a través de tus Escrituras, pero, como sabrás, he estado con esta enfermedad que me impide hacer tu obra. Necesito que me des un respiro para tener paz física y mental. Te prometo que utilizaré mis fuerzas para hacer tu voluntad”.
¿Reconoces o te identificas con estas oraciones? Son muestra de lo que yo llamo “oraciones financieras” y “oraciones físicas o de enfermedad” que muchos de nosotros usamos para “conquistar” a Dios nuevamente, cuando estamos “en malas”, sea física, económica o emocionalmente. En realidad no son “oraciones malas”, el problema es que son las únicas que se hacen, y suceden una o dos veces por año, o mientras el problema o situación existe.
No tengamos a Dios como el neumático de repuesto, que sólo lo usamos cuando estamos “ponchados”; tengámoslo como el motor del vehículo: sin él no podemos movernos.
Efesios 6:18
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia
Autor: David A. Guerrero S.