Buscad a Jehova mientras puede ser hallado llamadle en tanto que esta cercano.... Isaias 55:6



Venid a mi todos los que estàn trabajados y cargados , y yo os harè descansar... Mateo 11:28

martes, 28 de febrero de 2012

El tamaño de las personas

Una persona es enorme, cuando habla de frente y vive de acuerdo con lo que dice, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe con franqueza. Pero es pequeña cuando sólo piensa en sí misma, y les hace creer a los otros que piensa en ellos; cuando es poco gentil, cuando no colabora, cuando abandona a alguien en el momento en que más lo necesita.


Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo, cuando trata de entenderte aunque no piense igual que tú. Pero es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés, cuando quiere quedar bien con todos, cuando maneja a la gente como un titiritero.


Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en el lugar del otro, cuando obra no sólo de acuerdo con lo que esperan de ella, sino con lo que espera de sí misma. Pero es pequeña cuando decepciona, cuando hiere, cuando actúa con orgullo, cuando no es solidaria, cuando miente, cuando no sabe pedir perdón.


Una persona es grande cuando sabe dar, cuando no tiene miedo de recibir, cuando la caracteriza la alegría, cuando enfrenta la tristeza, cuando domina la ira. Pero es insignificante cuando desprecia, cuando olvida los favores, cuando sólo busca su brillo, sus intereses, su bienestar. Se empequeñece aún más cuando agrede, cuando falsea su testimonio, cuando mata con maledicencia.


Una persona es grande cuando extiende su mano, cuando cierra su boca y abre su corazón, y cuando su sensibilidad es tan grande como su tamaño.



Autor Desconocido

Marcos 10:42-44

Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.

sábado, 25 de febrero de 2012

¿Por qué conformarse con menos?

Esta pregunta, y varias frases similares, se ha utilizado muchas veces en comerciales tanto locales como internacionales, promocionando un producto que, sea por precio o calidad, es superior a los de la competencia, indicando que “este es mejor que aquel y que no podemos [como consumidores] conformarnos con menos”.



¿Nos hemos puesto a pensar que la mayoría de las cosas en nuestras vidas tienen connotación similar? Veamos algunas verdades:

x Nos conformamos con estudiar alguna carrera en específico porque no podemos costearnos la que realmente queremos, o la que consideramos podremos ser mejores profesionales.

x Nos conformamos con el trabajo que tenemos porque tenemos tantos años en el mismo y no queremos arriesgarnos o aventurarnos en una nueva empresa o a fundar la propia.

x Nos conformamos con elegir el compañero o compañera sentimental porque no estamos dispuestos a ceder algo, moldearnos, o simplemente porque no estamos dispuestos a esperar a que “el/la mejor postor o prospecto” llegue.

x Nos conformamos con mantener un vicio que tenemos, sólo por no tener que sacrificarnos por un tiempo y librarnos del mismo.


Podríamos mencionar muchos más; sin embargo, aquel conformismo que a la mayoría nos toca y que pasamos por alto es este: Nos conformamos con la poca satisfacción que obtenemos en esta tierra, comportándonos como mejor nos place, sin sacrificarnos un poco y tener una mejor en la siguiente.



Nunca lograremos ser completos, no llegaremos a estar totalmente satisfechos y felices en esta tierra. Es cierto, tendremos momentos de satisfacción, felicidad, gozo, plenitud, pero siempre será temporal, pasajera, momentánea… los problemas, angustias, preocupaciones, necesidades, inseguridad, volverán a aparecer, porque nunca dejaron de estar allí.



¿Por qué conformarnos con lo poco que tenemos aquí? ¿Por qué no trabajamos para obtener algo mejor después que esta vida que conocemos termine? ¿Por qué no cambiamos lo temporal por lo eterno?



¿Por qué conformarnos con menos?



Juan 18:36

Mi reino no es de este mundo



1 Pedro 2:11

Somos extranjeros y peregrinos en este mundo





Autor: David A. Guerrero S.

viernes, 24 de febrero de 2012

Ofrecer lo que no nos pertenece

Las épocas de enamoramiento son las más curiosas que el ser humano puede experimentar, no importando la edad. Me refiero en plural, porque no solamente aludo al enamoramiento en el sentido de pasión (que innumerables veces confundimos con amor), sino también al tipo afición por un objeto, lugar o actividad. Por otro lado, utilizo el adjetivo curioso porque son los períodos en los cuales vemos el futuro como una ilusión de lo efímero e iluso del presente, también en el que llegamos a ofrecer lo que no nos pertenece y lo que no podemos mantener.



Respecto a lo último, en cuanto al enamoramiento pasión, fíjate cómo prometiste (o te prometieron), la luna, las estrellas, el universo; cariño o amor "toda" la vida, con "todo" el corazón, y prometiste o te prometieron utilizando el adverbio "siempre" o "eternamente". En cuanto al enamoramiento afición, te acuerdas de prometer cuidar "siempre" a tu primera mascota, de "nunca" olvidar ese lugar que tanto te gustó, de ser un(a) amig@ "incondicional", de darle "el mejor" cuidado al coche 0km que adquiriste, y algunos etcéteras más que harían esta reflexión demasiado larga.



Hemos hecho maestrías, y hasta doctorados, en el arte de ofrecer lo que no tenemos, y en lo que no podremos cumplir o mantener. Lo interesante del caso, es que lo hacemos con tanta efusividad y convicción, que damos como realidad perpetua la ilusión del momento, poniéndonos una venda para no ver la realidad, que luego nos pega de frente tan fuerte como estrellarnos con un camión a 200km/h.



Cuidado con lo que prometes u ofreces, y evita ponerte (o que te pongan) la venda anti-realidad.



Salmos 144:11

Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños, cuya boca habla vanidad, y cuya diestra es diestra de mentira.



Eclesiastés 6:9a

Más vale vista de ojos que deseo que pasa.





Autor: David A. Guerrero S.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Mirar a los ojos

Buscando la famosa frase que relaciona los ojos con el alma, me encontré dos versiones de la misma: "los ojos son la ventana del alma" y "los ojos son la puerta al alma". Analizando ambas, y fuera aparte del objeto de la casa usado, encuentro una diferencia fundamental: la primera sólo te permite dar un vistazo, la segunda te puede dar acceso de entrada.



Mi búsqueda y análisis de la frase viene a consecuencia de que, después de un tiempo observando atentamente personas conversando, en más del 80% de las interacciones una o ambas personas no se miraban a los ojos al hablar, más que por uno o dos segundos; el resto del tiempo, mirando en cualquier dirección, u "ocupados" con algún objeto en sus manos. Es como si, tal y como señala la frase (sea ventana o puerta), los ojos delataran lo que realmente somos, o desmintieran lo que estamos diciendo. El asunto es tal que, hace unos años un fenómeno similar fue objeto de estudio por unos psicólogos británicos, llegando a la conclusión que mirar a los ojos al hablar y mostrar una sonrisa mientras se hace, termina en atracción involuntaria.



¿Te sientes intimidad@ cuando, al interactuar con alguien, ese alguien te mira fijamente a los ojos? Si es así, ¿has analizado las razones y no puedes dar una razón lógica y convincente, más que "porque no me gusta"? Probablemente sea porque las frases tengan algo de verdad: no quieres que miren, ni que tengan acceso, al verdadero tú. Eso es precisamente lo que hacemos con Dios, quien nos habla y mira a los ojos, más pretendemos desviar la vista y ocultar lo que somos.



Salmos 139:23-24

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.





Autor: David A. Guerrero S.

domingo, 12 de febrero de 2012

Respeto por la experiencia

Desde hace muchos años he leído y escuchado la siguiente frase, mal aplicada muchas veces, de algunas empresas: "...donde la experiencia no se improvisa". De hecho, en los mercados donde existen monopolios u oligopolios, las empresas suelen usar la expresión para "asustar" o prevenir a sus usuarios actuales y potenciales, cuando existen "amenazas" de competidores emergentes. ¿Esta experiencia se debiera respetar o no?



Dejando de lado el ardid mercadológico de algunas empresas al usar esta frase, para bien y para mal, la experiencia ajena se debe respetar. Si bien es cierto que no todos somos iguales, toda acción realizada de la misma manera, dará el mismo resultado, no importando si el protagonista y la época cambien. Por ejemplo, recuerdo que en una capacitación que recibo, en un juego de roles, se me preguntó: "¿Te gusta la droga?" Buscando la respuesta si/no, mi respuesta fue: "No sé. Nunca la he probado." Aunque no es mi interés probarla, ¿tengo que experimentar, o saber si es verdad, que la droga corrompe, daña y mata? Con ver los efectos en otros me es suficiente.



"Eso no me va a pasar a mí"; "Esos eran otros tiempos"; "Yo sé cómo manejarme"; son algunas de las expresiones que usamos cuando los más experimentados, que suelen ser nuestros padres y los envejecientes, nos advierten de lo que hacemos o nos proponemos hacer. Si de todas maneras, como buenos tercos, queremos hacerlo, por lo menos debiéramos sentarnos con los experimentados, y analizar sus métodos, formas y resultados posteriores. Si queremos encontrar las brechas, cambiar la metodología y así cambiar los resultados, entonces bien; sin embargo, si lo hacemos igual, no esperemos resultados distintos.



Tengamos respeto por la experiencia ajena.



Job 12:13

Con Dios están la sabiduría y el poder; suyos son el consejo y el entendimiento.





Autor: David A. Guerrero S.

jueves, 9 de febrero de 2012

Soñar con la realidad

Cuando leo algo en la web, en los periódicos, o recibo un aporte de alguno de ustedes, y que llama mi atención, me dedico a analizar la fuente, buscar la "versión original", o al menos tener tantas versiones como me sea posible. A propósito, en el día de ayer recibí dos correos que, en cierta medida se contradicen. En el primero, una frase atribuida al ilustrador norteamericano Bernie Fuchs: "Compromiso es una línea que debes cruzar. Es la diferencia entre el soñar y el hacer". En el segundo, una fábula de la cual tengo 5 versiones distintas, y que a esta le decidieron añadir, entre otras, la siguiente frase: "Piensa que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del paraíso y lo será".



Si analizas bien, la primera frase le dice a la segunda: "¡Hey!, no sólo es pensar o soñar; es actuar, hacer algo al respecto". En otras palabras, una cosa es soñar con la realidad y otra es despertar ante la realidad. No confundas la esperanza, aspiración o sueño de que algo sea distinto a lo que es, con tu participación o aporte en ello para que sea diferente. En tal sentido, reconocer y afirmar que algo está dañado implica dos cosas: que tienes los ojos abiertos y que tu lógica está despierta, y la conciencia de lo que puedes o debes hacer al respecto.



Cuando Jesús estuvo en la tierra, "abrió los ojos" a sus discípulos diciendo: "os envío como corderos en medio de lobos" (Lucas 10:3); es decir, no les pintó el mundo como paraíso, sino precisamente como lo opuesto. Eso sí, les dijo lo que tenían que hacer al respecto para cambiarlo. Entonces, no soñemos con una realidad distinta, hagamos nuestra parte para hacerla distinta.



Filipenses 2:15-16a

para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida





Autor: David A. Guerrero S.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Reincidencia astutamente contumaz

He empleado buen tiempo buscando una combinación de palabras positivas que, en sí mismas, sean iguales o superiores a la combinación que titula esta reflexión, y siento que todas se quedan cortas. Usar reincidencia, astucia y contumacia juntas en una misma frase, es como elevar un número a la potencia de su potencia. Decirle a alguien "reincidente astutamente contumaz", es casi como decirle que no tiene remedio, que hay que encerrarlo en un calabozo sin ventanas y botar la llave.



Dejando de lado el diccionario y las matemáticas, algunas veces me pregunto cómo es que nos acostumbramos a aceptar lo negativo, corrupto y pecaminoso como "normal", sólo porque es repetido por miles o millones. Preferimos nadar rio abajo, hacia la inmensa cascada del conformismo y aceptación, que hacer como el salmón, que nada contracorriente, aunque eso le pueda costar su propia vida. A diferencia de la conducta de este pez, los principios y valores de muchos son maleables y "negociables", en vez de ser claros, definidos e inamovibles. Al respecto, creo que este mundo se convierte más y más en un mar de "reincidentes astutamente contumaces", donde encontrar "buscadores perseverantes de sabiduría", es como encontrar una aguja en un pajar.



Los extremos son malos, dicen por ahí; sin embargo, preferiría que algún día llegara a estar en el extremo de obstinación por los valores y sabiduría de lo alto, que en el extremo de lo "normal", conformista y contumaz, sólo porque el resto así se comporta. En esto, definitivamente, no debe existir "equilibrio" ni punto medio.



Filipenses 4:8

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.







Autor: David A. Guerrero S.

viernes, 3 de febrero de 2012

Más allá del dinero

Cuenta la historia que había una familia pobre que tenía la facultad de tomar todas las cosas por su mejor lado, y una mujer rica se interesó por ayudarlos. Pero un día, la visitó un vecino de la familia pobre y le dijo que la estaban embaucando:



--Los niños de aquella familia siempre comen cosas deliciosas, lujos que ni yo puedo permitirme - dijo el vecino.

La mujer rica fue a visitar esta familia al mediodía. Estaba parada junto a la puerta, a punto de llamar, cuando oyó que una de las niñitas le preguntaba a la otra:

--¿Te vas a servir asado hoy?

--No, creo que comeré pollo asado-respondió la otra niña.



Al oír esto, la mujer golpeó la puerta y entró inmediatamente. Vio a las dos niñas sentadas a la mesa en la que habían unas pocas rebanadas de pan seco, dos papas frías, un jarro de agua y nada más.



A sus preguntas, contestaron que se hacían de cuenta que su pobre comida era toda suerte de manjares y el juego hacía que la comida les fuera un verdadero festín.



--Usted no sabe lo delicioso que es el pan cuando una lo llama torta de frutillas.

--Pero es mucho más rico si lo llamas helado de crema -dijo la otra niña.



La señora rica salió de allí con una nueva idea de lo que significa el contentamiento. Descubrió que la felicidad no está en las cosas, sino en los pensamientos. Acababa de comprender lo que Salomón había dicho tanto tiempo antes, que "El ánimo del hombre lo sostiene en su enfermedad; pero perdido el ánimo, ¿quién lo levantará?"



Publicado en: Mis Buenos Días, Periódico Hoy, Junio 2005



Comentario:

De esta ilustración aprendemos dos principales moralejas: la primera es que no debemos juzgar a nadie, y más aún, sin tener todos los detalles de lo sucedido; y la segunda, que debemos ser agradecidos con Dios de lo que nos da, sea mucho o sea poco, porque cuando pensemos que recibimos poco, hay otros muchos que reciben aún mucho menos, y si nos quejamos, lo que tenemos se nos será quitado.





Proverbios 18:13-15

Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio. El ánimo del hombre soportará su enfermedad; más ¿quién soportará al ánimo angustiado? El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la ciencia.





Autor: David A. Guerrero S.