Buscad a Jehova mientras puede ser hallado llamadle en tanto que esta cercano.... Isaias 55:6



Venid a mi todos los que estàn trabajados y cargados , y yo os harè descansar... Mateo 11:28

martes, 27 de septiembre de 2011

Una historia para pensar...

El sábado pasado, en la congregación donde asisto actualmente, invitamos a un doctor para que hablara sobre el aborto a las personas del sector. Justo el domingo, recibí la siguiente historia, que probablemente no sea verídica, pero que muestra parte de la cruda realidad respecto al tema.


MÁS QUE UN ANILLO DE COMPROMISO


Un muchacho entró con paso firme a una joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le presentó uno. La hermosa piedra solitaria brillaba como un diminuto sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Acordó el precio y se dispuso a pagarlo.

- ¿Usted se va a casar pronto? -Le preguntó el joyero-.

- ¡No! -respondió el muchacho - Ni siquiera tengo novia.



La muda sorpresa del joyero divirtió al comprador.

- Es para mi mamá. -dijo el muchacho-


Cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le aconsejó que me matara antes de que naciera, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Como consecuencia de su decisión, tuvo muchos problemas. Ella fue padre y madre para mí, también mi amiga y hermana, además de mi maestra. Ella me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo, le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. Quizás después entregue otro anillo de compromiso. Pero será el segundo.


El joyero no dijo nada, y ordenó a la cajera que hiciera al muchacho el descuento que se les hacía exclusivamente a los clientes importantes.



Autor Desconocido



Proverbios 6:16-17

Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente

domingo, 21 de agosto de 2011

Ser un OPP


Una de las cosas más complicadas que existen, a nivel de comportamiento humano, es ser un optimista consciente, o lo que algunos llamamos “optimista realista”. He buscado alguna definición de los expertos en comportamiento humano, y no he encontrado una, por lo que te digo la mía: es la persona que espera lo mejor, pero que se prepara para lo peor, es decir, un optimista prudente y precavido (OPP). Te pongo un ejemplo no muy agradable para muchos: la muerte.



¿Cuántas personas en el mundo programan cada año su muerte? Pocas (obviando los suicidas). Sin embargo, ¿cuántas personas mueren cada año, sea por causas naturales, enfermedades o violencia? Más de 50 millones. ¿Cuántos accidentes de tránsito fatales al año existen? Más de 1.5 millones. ¿Es pensar en la muerte ser trágico o pesimista? Pudieras decir que así es, sin embargo, ¿para qué tienes un seguro de vida y/o accidentes? Lo tienes para un “por si sucede”, pero piensas “Dios líbreme”, y dejas atrás que la muerte es más certera que el mismo nacimiento, porque el nacimiento en parte lo controlamos, pero la muerte no.



Te puse un ejemplo trágico, pero fíjate en otros ejemplos: esperar la salud, pero prepararte para la enfermedad; esperar éxito, pero prepararte para el fracaso; aguardar prosperidad, pero alistarte para la escasez; así muchos otros más. Te informo que los OPP son los que consiguen darle la vuelta a las cosas, y terminan siendo genios en convertir los tropezones y fracasos en crecimiento y beneficio, porque se preparan para ello.



¿Sabías que el fiel creyente en Dios DEBE ser un OPP? Porque quien busca sabiduría de lo alto, termina siendo un OPP.



Proverbios 24:3-4

Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; y con ciencia se llenarán las cámaras de todo bien preciado y agradable.





Autor: David A. Guerrero S.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Marco de referencia

No recuerdo dónde la habré escuchado, pero sé que anoté esta frase para escribir sobre ella: “El éxito de uno se mide por el fracaso de los demás” (creo que es una variante de la dicha por el filósofo austríaco Iván Illich). Después de analizarla, me doy cuenta lo real de la misma, no por su concepto sino por su uso. Si analizas bien, ¿cuál es, usualmente, el marco de referencia para medir nuestro éxito? Generalmente lo evaluamos en base a, si iguales que nosotros, han alcanzado igual o más que nosotros. ¡Qué gran logro! Si a todos les va mal, y a nosotros no, ¡somos exitosos!



Sí, entendiste bien, es sarcasmo; sin embargo, lamentablemente real para muchos. Muchos vivimos comparándonos con los demás, y llegamos a sentirnos “conformes” si nuestro marco de referencia no alcanza lo que nosotros hemos alcanzado, no por nuestro real potencial. Se oirá fuerte, pero a eso se le llama mediocridad e inconformidad. Mediocridad porque, en ocasiones y sabichosamente, buscamos pares mediocres para “inflar” nuestro logro; inconformidad porque, al comparamos con “exitosos reales”, vemos lo que ellos alcanzaron y nos sentimos mal, no lo contextualizamos bajo lo que realmente podemos lograr.



Si tu marco de referencia para categorizarte “exitos@” o no es carrera, vehículo, vivienda, cuenta bancaria, belleza física, viajes logrados, etc., entonces es probable que vivas mediocre e inconformemente toda la vida; sin embargo, si es la humildad, paciencia, bondad, misericordia, perdón, y otros dones de la misma “especie”, entonces vas por buen camino. El primer grupo (cosas materiales) queda y es efímero; el segundo grupo nos lleva necesariamente a compararnos con Jesús, por lo que siempre tendremos un marco de referencia bien alto qué alcanzar, y nos debemos sentir gozosos por el simple hecho de intentarlo.



Efesios 4:13

hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo



Autor: David A. Guerrero S.

miércoles, 13 de abril de 2011

Detector de mentiras

“Para los gustos se hicieron los colores, y también los sabores” reza un famoso dicho, y hago referencia al mismo en forma de “autoconsuelo” cada vez que pienso que, teniendo tantos programas de investigación, educación y cultura en la TV, muchos prefieren utilizar su “tiempo de TV” para ver cosas que no edifican para nada. Bueno, en uno de esos programas que pueden aportar algo, aprendí un poco más de los polígrafos, comúnmente llamados “detectores de mentiras”.



En un caso de investigación de un crimen, el imputado principal solicitó el polígrafo, para él y su víctima, para demostrar que decía la verdad. Cuando fue sometido, al igual que la víctima, el polígrafo indicaba que el acusado decía la verdad y que la víctima mentía. Esto sucedió así porque la víctima fue “educada” o le fue “lavado el cerebro” por el acusado, de tal manera que sus palabras decían lo que realmente sucedió, pero sus emociones indicaban otra cosa. Si no hubieran encontrado una prueba física, el imputado hubiese quedado libre.



Al ver este caso, me llegó a la mente cómo muchos, cuando tienen algún “hecho espiritual incriminatorio”, acuden a la famosa expresión “Dios conoce mi corazón, y eso es lo que importa”, para intentar salir de la situación acusatoria. Ante respuestas como esta, usualmente doy un paso atrás, no vaya y suceda como les sucedió a Nadab y Abiú, y salga afectado (aunque sé que Dios ya dejó de “responder” de esa manera).



Considero que todos debemos solicitar a Dios, cada día (y no sólo cuando nos acusen), que nos pase su “detector de mentiras” infalible: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24).







Autor: David A. Guerrero S.

jueves, 24 de marzo de 2011

Nada antes, ni después

Hace algunas semanas, mientras leía un artículo que hacía referencia a la historia de un determinado libro, me topé con una expresión que hacía tiempo que no la escuchaba ni leía de nada ni nadie: “No hubo nada antes. No ha existido nada tan bueno desde el en la literatura americana”. Para que se haga un comentario como este, y más sobre un libro escrito hace 125 años, es mucho decir.


Pocas personas, escritos, y pocas cosas hechas, en toda la historia de la humanidad, tienen el honor de que se diga “nada antes…, ni después”. La Biblia y su gran sabiduría, además de su gran variedad literaria contenida en sus libros; Jesús y su sacrificio; Job y su paciencia; Salomón y su sabiduría, Abraham y su fe; entre otros pocos, son algunos que pudiéramos mencionar. Fuera de ahí, pocas cosas hechas no son superadas por algo más. Si nos vamos por el lado tecnológico, empresarial, administrativo, gestión, o cualquier materia similar, siempre se ha buscado la forma de mejorarse… y se ha logrado.



Sin faltar a la modestia, o sonar a orgullo o altivez, ojalá pudiera llegar algún día a ser considerado un “nadie antes, nadie después” en algún aspecto en mi vida. Esa es una meta demasiado grande qué alcanzar, si tomamos en cuenta de que por el lado espiritual ninguno nos podríamos comparar con, por decir, el más “pequeño” de los apóstoles, hombres o mujeres en la Biblia. Sin embargo, sería una “gran cosa” que, por ejemplo, un hijo pudiera decir “tengo el mejor padre”; una madre “tengo a la mejor hija”; un esposo “no existe otra mejor pareja”; un profesor “no he tenido a un mejor estudiante”.



Ya quisiéramos que Dios nos dijera, cuando lleguemos al cielo (si Él llevara un “record de notas” de nosotros): “No tuve alguien que buscó tanto de mí, como tú”.



Colosenses 3:1-2

[…] buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.





Autor: David A. Guerrero S.

lunes, 7 de marzo de 2011

Estrabismo y ambliopía

El estrabismo es la falta de alineación de un ojo en relación a otro, lo que impide fijar la mirada de ambos ojos sobre un mismo punto, lo que ocasiona una visión binocular incorrecta que puede afectar adversamente a la percepción de la profundidad. La ambliopía, por otro lado, también llamada ojo perezoso u ojo vago, se define como una disminución de la agudeza visual sin que exista ninguna lesión orgánica que la justifique.



No recuerdo exactamente las razones que me impulsaron a buscar estas palabras, pero encontré que estas dos enfermedades tienen su “par” en el ámbito espiritual. Dios habla de las personas de doble ánimo (Santiago 1:8), de los tibios (Apocalipsis 3:16), y de los hipócritas (Mateo 6:5); estos parecen que sufrieran de “estrabismo espiritual”. Por otro lado, el que sufre de “ambliopía espiritual” muchas veces no lo hace parcial, sino en su totalidad; sobre esto, Salomón habla en once capítulos distintos de Proverbios, y el autor a los Hebreos dice que los perezosos no recibirán promesa alguna (Hebreos 6:12).



La mayoría de los que intentamos hacer la voluntad de Dios, sufrimos en algún momento de estrabismo o ambliopía espiritual (algunas veces de ambas al mismo tiempo); muchas veces inconscientemente, otras con todo el conocimiento de causa. Aplicar las “terapias” y “medicinas preventivas” tan pronto los síntomas comienzan a aparecer, puede evitar que estas enfermedades “virales” o pasajeras se vuelvan “endémicas” o permanentes en nuestras vidas, y que terminemos "atrofiados" o muriendo espiritualmente por causa de estas.



Santiago 3:17

Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.



Hebreos 12:1-2

[…] despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe […]





Autor: David A. Guerrero S.

miércoles, 23 de febrero de 2011

No es un regalo, es un logro

Anoche, mientras veía en la TV el discurso a la nación norteamericana del presidente Barack Obama, llamaron a mi atención algunas frases, verdades y realidades que señalaba. Una de esas verdades es una frase que citó del fallecido senador Robert F. Kennedy, y que este a su vez tomara y adaptara del comediante escocés Harry Lauder (1870-1950): “El futuro no es un regalo, es un logro”.



La verdad completa que el Sr. Kennedy expresó es: “El futuro no es un regalo, es un logro. Cada generación ayuda a construir su propio futuro. Esto es un reto esencial del presente”. Si notas, existen tres palabras que llevan implícitamente “sacrificio” en la expresión: logro, construir y reto. Lamentablemente, muchos ya quisiéramos que el futuro y los logros llegasen en “bandeja de plata”: sin sacrificios, sin obstáculos, sin calamidades, sin decepciones, sin tropezones. Sin embargo, ¿has notado cómo aprecias mucho más, y te sientes orgullos@, de las cosas que te han “dado trabajo” lograr?



Sin irrespetar el derecho de autor, me gustaría reformular lo dicho por el Sr. Kennedy: “La entrada al cielo no es un regalo, es un logro. Cada persona es responsable de trazar su entrada al mismo. Es un reto esencial del presente de cada persona”. Entonces, si aprecias mucho las cosas que hoy obtienes con sacrificio, ¿cuánto más no significará y valdrá cualquier sacrificio terrenal que hagas con el fin de vivir eternamente con Dios?



Apocalipsis 21:6-7

Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.





Autor: David A. Guerrero S.

jueves, 10 de febrero de 2011

Renovar la mente

Cuando tu mente está “sobrecargada”, ¿qué haces? ¿Qué tipo de ejercicios realizas para “aligerarla”? ¿Ves TV, escuchas algo en la radio, navegas por la web, o te “conectas” con algún conocido por medio de algún “chat” o red social? Se habla de “sobrecarga” muchas veces respecto a las múltiples cosas que tenemos en la cabeza en un momento determinado, pero ¿sobrecargada de qué? Primero aclaremos, ¿realmente se “sobrecarga” la mente? Si es así, ¿de qué?



El cerebro nuestro tiene más capacidad de almacenamiento del que nadie pueda calcular; sin embargo, como lo usamos tan poco (relativamente), solemos agobiarnos cuando hacemos dos o tres cosas al mismo tiempo, o cuando tenemos que utilizarlo "mucho” sobre algo específico. Ese “algo” o “mucho” que creamos almacenar, “congestiona” el pensamiento y solemos pensar que está “sobrecargado” y hay que “liberarlo” o “renovarlo”.



Recientemente, una sobrina política me dijo: “te voy a conseguir un ‘gameboy’ para que liberes la mente”, porque ella entiende que paso demasiado tiempo leyendo y estudiando. Sin embargo, ¿Qué mejor que el libro de los Salmos, o el de Efesios, o Proverbios, o las epístolas de Juan, para “relajar” la mente? De las múltiples formas de “relajar” o renovar tu mente, ¿utilizas las palabras relajantes, liberadoras y de vida dejadas por nuestro Creador?



Vida y sabiduría llegan al que busca renovar la mente en las Escrituras.



Eclesiastés 7:12

Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.





Autor: David A. Guerrero S.