Buscad a Jehova mientras puede ser hallado llamadle en tanto que esta cercano.... Isaias 55:6



Venid a mi todos los que estàn trabajados y cargados , y yo os harè descansar... Mateo 11:28

jueves, 24 de marzo de 2011

Nada antes, ni después

Hace algunas semanas, mientras leía un artículo que hacía referencia a la historia de un determinado libro, me topé con una expresión que hacía tiempo que no la escuchaba ni leía de nada ni nadie: “No hubo nada antes. No ha existido nada tan bueno desde el en la literatura americana”. Para que se haga un comentario como este, y más sobre un libro escrito hace 125 años, es mucho decir.


Pocas personas, escritos, y pocas cosas hechas, en toda la historia de la humanidad, tienen el honor de que se diga “nada antes…, ni después”. La Biblia y su gran sabiduría, además de su gran variedad literaria contenida en sus libros; Jesús y su sacrificio; Job y su paciencia; Salomón y su sabiduría, Abraham y su fe; entre otros pocos, son algunos que pudiéramos mencionar. Fuera de ahí, pocas cosas hechas no son superadas por algo más. Si nos vamos por el lado tecnológico, empresarial, administrativo, gestión, o cualquier materia similar, siempre se ha buscado la forma de mejorarse… y se ha logrado.



Sin faltar a la modestia, o sonar a orgullo o altivez, ojalá pudiera llegar algún día a ser considerado un “nadie antes, nadie después” en algún aspecto en mi vida. Esa es una meta demasiado grande qué alcanzar, si tomamos en cuenta de que por el lado espiritual ninguno nos podríamos comparar con, por decir, el más “pequeño” de los apóstoles, hombres o mujeres en la Biblia. Sin embargo, sería una “gran cosa” que, por ejemplo, un hijo pudiera decir “tengo el mejor padre”; una madre “tengo a la mejor hija”; un esposo “no existe otra mejor pareja”; un profesor “no he tenido a un mejor estudiante”.



Ya quisiéramos que Dios nos dijera, cuando lleguemos al cielo (si Él llevara un “record de notas” de nosotros): “No tuve alguien que buscó tanto de mí, como tú”.



Colosenses 3:1-2

[…] buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.





Autor: David A. Guerrero S.

lunes, 7 de marzo de 2011

Estrabismo y ambliopía

El estrabismo es la falta de alineación de un ojo en relación a otro, lo que impide fijar la mirada de ambos ojos sobre un mismo punto, lo que ocasiona una visión binocular incorrecta que puede afectar adversamente a la percepción de la profundidad. La ambliopía, por otro lado, también llamada ojo perezoso u ojo vago, se define como una disminución de la agudeza visual sin que exista ninguna lesión orgánica que la justifique.



No recuerdo exactamente las razones que me impulsaron a buscar estas palabras, pero encontré que estas dos enfermedades tienen su “par” en el ámbito espiritual. Dios habla de las personas de doble ánimo (Santiago 1:8), de los tibios (Apocalipsis 3:16), y de los hipócritas (Mateo 6:5); estos parecen que sufrieran de “estrabismo espiritual”. Por otro lado, el que sufre de “ambliopía espiritual” muchas veces no lo hace parcial, sino en su totalidad; sobre esto, Salomón habla en once capítulos distintos de Proverbios, y el autor a los Hebreos dice que los perezosos no recibirán promesa alguna (Hebreos 6:12).



La mayoría de los que intentamos hacer la voluntad de Dios, sufrimos en algún momento de estrabismo o ambliopía espiritual (algunas veces de ambas al mismo tiempo); muchas veces inconscientemente, otras con todo el conocimiento de causa. Aplicar las “terapias” y “medicinas preventivas” tan pronto los síntomas comienzan a aparecer, puede evitar que estas enfermedades “virales” o pasajeras se vuelvan “endémicas” o permanentes en nuestras vidas, y que terminemos "atrofiados" o muriendo espiritualmente por causa de estas.



Santiago 3:17

Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.



Hebreos 12:1-2

[…] despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe […]





Autor: David A. Guerrero S.